Mi barrio
Aunque siempre olía a polen,
En mi barrio nunca era primavera.
Y éramos aleccionados desde el cole
a no tener nada a la primera.
Nuestro crianza era terapia de choque
para aprender a disfrutar la espera.
Y rezar fuerte por la noche por que
no faltase de nada en la nevera.
A veces teníamos que salir fuera
y coincidir con esos hijos de la gran puta.
Los que solo hablaban de cuesta en enero.
Los que decían que no daba la felicidad,
A los que “no les importa el dinero”.
A esos que no les comía el mundo
y no dudaban en comerse el mundo entero.
La esencia de la ley de la violencia.
La de no tener ni idea de ciencia y ser
maestro en la ciencia de la supervivencia.
Entre minas y decisiones prematuras.
Apuestas, alcohol, violencia y drogas,
Y la sensación de que o te vas o te ahogas.
Pero en mi barrio
también abundaban las sonrisas,
Las de navegar a ninguna parte,
Las de los litros y las pipas,
Las de todo el día en el parque.
Las que hacen que lo olvides todo
y que te la sude que el mundo te aparte.